Pero dará vida, cayendo a la tierra, la luz que ya no tiene donde ir si no atraviesa tus transparentes ojos claros. Dejan vida los recuerdos y los abrazos que no pudimos dar y esperan aún que los recibas con los brazos abiertos. Y dan vida a la tierra las lágrimas de los ojos que lloran por ti.
A mi primo, Tato.
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