
Por la puerta de Elvira el otoño me tendió una alfombra de hojas secas de colores.
Tan beata y tan morisca, tan alegre y tan libre por derecho. Tan orgullosa de tu tierra y de tu Sierra, atenta siempre de sus picos, Veleta y Mulhacén, por si amanece Nevada.
Tu impaciencia y tu pasión me contagiaron. Y no me olvido del naufragio de sentimientos cuando me enseñaste a navegar. Prohibido mirar el mapa, prohibido seguir las normas. La única ley vigente es dejarse llevar.
Ni así me olvido de tu olor a churros con chocolate y a pasteles recién hechos por la Acera del Darro, ni el de la piel curtida en el mercado de la Alcaicería.
A punto estuviste de pensar que me iba a marchar de tus calles sin escribir de tus murallas. Murallas que lejos de separar, nos unieron y me arroparon.
Volveré, Granada, a dejar que me pierdan las revueltas empedradas de tu Albayzín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario