Luchamos por desnudarnos y encontrarnos.
Buscamos el fin de
las combinaciones de palabras aun sabiendo que son eternas, como nosotros. Pero
sin ellas somos fugaces y morimos.
Despreciamos los silencios como si no
importaran nada. Derrochamos el aire y no vemos las llamaradas que arden en las
mentes de hojarasca, pero nos ofende la humareda.
Seguimos el rastro de los
sabuesos que no entienden del saber, que siguen solo a su instinto.
Andamos a
tientas, de aquí para allá, avanzamos dando tumbos. Y cuando tropezamos y
caemos levantamos la vista y nos paramos a mirar. Vemos el mundo mirarnos y
vemos, al fin, el mundo como es.
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