El gato tranquilo descansa en la torre. Vigilia y protege
cada atisbo de luz. Oscura la vestimenta que le cubre y le hace visible entre
tanta claridad.
El gato en la torre te mira al pasar y descubre en tus ojos
todos tus secretos, toda tu maldad.
Pero el gato tranquilo te deja pasar. No hay más fuego en tu
fuero interno que el que ardió sobre su piel. La vida le dio, de medalla, el carbón que tiñe de sombras su
manto.
Quizás, de siete, ésta sea la última que le queda por quemar.
Y ahora el gato negro descansa sobre la torre blanca.
Te
mira y escudriña. Pero no eres tú su amenaza. Como tampoco le amenazan las
horas que pasan. Ni teme al insomnio o al fin de mes. No le asusta el
calendario que deshoja cada otoño. No le teme a la vida pues hizo un trato con la muerte:
Siete vidas a cambio de sus pupilas rasgadas, para poder ver el mundo desde unos ojos de gato.
Precioso de verdad.
ResponderEliminarGracias, Anónimo!:)
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