miércoles, 16 de mayo de 2012

El rezumar óseo de la vida humana

Si el hipocondrio izquierdo no responde, no confieses que son forzados los intentos de la sístole por llegar a ser diástole, no pretendas demostrar que no hay demora en las arterias, no ocultes que no hay suspiros que puedan suplir el líquido de la ausencia.  Conoces los motivos de la psique que llevan a la sinrazón, conoces el camino del impulso de los cables que carecen de mielina, el cruce de cordones en el ojal de las batas de neuronas aturdidas. Se esconden tras el cabello del caballo que cabalga, cuyos trotes puedo oír en el ritmo sinusal que retumba entre costillas. Son horas atragantadas en laringes recurrentes, en el transverso de los colon o en el ciclo circadiano confundido de aquellos que se niegan a cumplir las leyes del hijo de la madre natural.


Ahora se hace visible el color del calor del choque de la materia con la antimateria. Es el rojo oscuro, negro-rojo, rojo sangre, sangre seca que rezuma de la colisión de positrones en el roce de los cuerpos, en el baile de energía en torno al rasgado, tan temido como inesperado, beso último de la vida. 
El beso centinela de la muerte.


jueves, 10 de mayo de 2012

¿Te quedas un rato?

Te doy horas de sonrisas, agujetas de carrillos. Te perforo los hoyuelos. Dame tus días. Te los cambio por momentos, que no valen nada para nadie y lo serán todo para ti. Puedo convertir el tic abrumador del reloj en el tacto delicado de tu piel sobre las yemas de mis dedos. Sé inventarme cuentos y narrarlos por escrito en el dorso de tu dorso si me dejas.
Puedo escucharte o desquiciarte.
Puedo amanecer a mil kilómetros de ti si es eso lo que quieres, si es lo que me pides. Soy el dulce que no amarga. Soy el tiempo que quieras quedarte antes de despertar.
Y podría encenderte en mil sentimientos más, como el dolor que no sabrías apagar si te faltase mi aliento.

viernes, 4 de mayo de 2012

Adiós.

Un día te vas buscando otra vida. Y las hojas siguen cayendo a la tierra, muriendo de otoños, y de abriles que ahogan. Y las hojas mueren, pero mueren dando vida a la tierra que dejan. Y hoy te vas. Te dejas caer de nuestros brazos, como aquellas frágiles hojas. 
Pero dará vida, cayendo a la tierra, la luz que ya no tiene donde ir si no atraviesa tus transparentes ojos claros. Dejan vida los recuerdos y los abrazos que no pudimos dar y esperan aún que los recibas con los brazos abiertos. Y dan vida a la tierra las lágrimas de los ojos que lloran por ti. 


                                                                                     A mi primo, Tato.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Te compro un tal vez.

¿Vendes las persianas de tus ojos? Termino de un trago la copa de tus rubores ¿me revelas los secretos que escondes en el tejado? Desato lentamente el cordón de tus costuras ¿Notas las palabras que hormiguean por tu espalda? Recojo con los dedos las miradas que tiras al suelo y te las devuelvo. ¿Quieres perderte conmigo en la marea encendida? Haré que rompan las olas en tus huesos y que parezca un accidente.

Llegará la mañana para rescatarte y yo me quedaré esperando sobre las rocas el siguiente navío decidido a naufragar.