jueves, 26 de enero de 2012

En clase

Al día siguiente, mientras la profesora explicaba, un murmullo en el infinito, Axel se levantó lentamente del pupitre. Avanzaba decidido pero con tranquilidad hacia la ventana. Podía ver las almas de muchos de sus compañeros divagando por el aula igual que la suya. De repente se encontró de nuevo sentado. La voz de la profesora diciendo su nombre le devolvió a la realidad. A pesar de la repetición de la pregunta de Historia que le hacía la señorita, él no respondió. Estaba enojado por haberle despertado de su pacífico letargo y por hacer que regresara a esa inútil clase. Se levantó de nuevo sin importarle nada. Y sin abrir la ventana se marchó volando. Cuando llegó a su parque preferido descendió. Miró a su alrededor y comenzó a correr. Necesitaba algo más que estar en ese parque donde jugaban tantos recuerdos. El aire de la fría mañana de noviembre purificó sus pulmones. Comenzó a correr a través del tiempo. Cada vez sus pies tocaban el suelo con menor frecuencia. Cada vez abarcaban más sus pasos. Pronto llegaría al norte de África. Ya había cruzado el mar. Cuando la maestra lo llamó, esta vez con mayor intensidad de voz, a él solo le dio tiempo a volver hasta Sevilla.
-¡Axel! ¿Dónde estamos?
-En Al-Ándalus, señorita.
-Muy bien, pensé que te habías vuelto a quedar dormido.

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