Ya no te quiero. Aun no has llegado y puedo decir que ya no te quiero. Vendrás y pasarás, Agosto, como todos los demás meses del año, como uno más. Y así espero que sea, que pases y no dejes huella. Aun es julio y ya estás con tu axfisiante calor apretándome el cuello, con ese nudo perfecto que me ahoga en la garganta, con tus treinta y un días saltando y descargando su peso contra mi pecho.
Tu sombra, de luz ardiente, me persigue por detrás de la próxima hoja del calendario. Y sin permiso aparecen las ganas de llorar para masticar desde dentro las entrañas, como una elipse de fuego arrolladora e infinita.
Me sentía más cómoda cuando todo era oscuridad, cuando el frío cerraba mis poros evitando que mi ser se evaporase así, tan en vano. Sin esa luz perforando mis pupilas, sin ese cubo de oro que viertes abrasándome la piel. Sin tu nada que decir, sin tu todo por hacer.