
Manos que aprisionan, abrazando las mías.
Manos de fuego, manos que temen perderse de mis manos.
Manos que lloran y que duelen.
Silentes.
Son las mismas que algún día volaron del nido de otras manos.
Y que arden con tal fuerza que atraviesan los siglos y abrasan las mías.
Que sienten tan fuerte que aun las siento.
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