Que pasa. Dime. Que pasa cuando vas andando de vuelta y
escuchando el silencio de la calle. Es la noche. Es el miedo. El silencio es el
miedo. Y no se puede hacer nada. Solo escucharlo en silencio. Oyes tus pasos,
algún ladrido y un grillo que se ha salvado de la cigüeña y lo celebra. Y ya no
ves nada. Te guías por el olfato. O el instinto. O quizás son tus pies, que ya
se saben el camino a casa. Aunque no quieras. Hacia allá vas. Y sabes que nadie
te espera. Pero da igual. Sigues andando. Preguntándote cosas que no sabes si
tienen mucho sentido. Quizás solo estés loco. Eres solo un paranoico, de esos
que salen en las noticias el día después de saciar su… su locura. Sí, es
posible. Qué más da. Tú sigues andando. Sabes que cada segundo está planeado. Aunque
no crees en el destino y solo sabrás de
esos planes cuando hayan ocurrido. Entonces pensarás: “¡claro! No podía
ser de otra manera. ¡Qué tontería! ¿Cómo no pude imaginar que pasaría así?” No
tiene ningún sentido. ¿Qué es lo que hace que todo esto ocurra? En el momento preciso.
Qué pasa. ¿Qué pasa?
Nada.
A la mañana siguiente no te acordarás de nada.
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