lunes, 29 de octubre de 2012

La noche de los gatos.


Volver los ojos y 
verte por dentro.

En blanco y negro.

Respirar.

No me hace falta respirar.

Los días vacíos se han llenado de nada y se han hundido.
Ya nadie los recuerda. 
Los eclipsan las luces de los bares, el humo que desprenden los días raros y eternos.
Los reducimos a momentos y cenizas, a labios mojados y versos escritos desde el tejado, viéndote pasar.

No creo eso de que no entiendes mi latir. Anda, ven a hacerme eco un rato, que ya no quedan momentos por abrir ni regalos que puedan ser despreciados.
Ya no hay ruido en la despensa, ni gatos que miren cómo nos miramos. 

lunes, 15 de octubre de 2012

NADA

Que pasa. Dime. Que pasa cuando vas andando de vuelta y escuchando el silencio de la calle. Es la noche. Es el miedo. El silencio es el miedo. Y no se puede hacer nada. Solo escucharlo en silencio. Oyes tus pasos, algún ladrido y un grillo que se ha salvado de la cigüeña y lo celebra. Y ya no ves nada. Te guías por el olfato. O el instinto. O quizás son tus pies, que ya se saben el camino a casa. Aunque no quieras. Hacia allá vas. Y sabes que nadie te espera. Pero da igual. Sigues andando. Preguntándote cosas que no sabes si tienen mucho sentido. Quizás solo estés loco. Eres solo un paranoico, de esos que salen en las noticias el día después de saciar su… su locura. Sí, es posible. Qué más da. Tú sigues andando. Sabes que cada segundo está planeado. Aunque no crees en el destino y solo sabrás de  esos planes cuando hayan ocurrido. Entonces pensarás: “¡claro! No podía ser de otra manera. ¡Qué tontería! ¿Cómo no pude imaginar que pasaría así?” No tiene ningún sentido. ¿Qué es lo que hace que todo esto ocurra? En el momento preciso. Qué pasa. ¿Qué pasa?

Nada.
A la mañana siguiente no te acordarás de nada.