Que llames un domingo sin esperarlo y me obligues a reír sin
tregua ni respiro. Que me tortures hasta que me duela la tripa o tema morir
de risa. Vamos a saltar en los charcos más grandes y a ver quien grita más
alto. No digas nada, sólo sácame a bailar. Y al final de la noche seguiremos
dando vueltas en horizontal.
Quiero que mis cabellos acaricien tus dedos. Que tus dedos
se retuerzan de escalofríos.
Quiero que termines esta historia en privado, con palabras
que no se deban contar.
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