miércoles, 6 de agosto de 2025

Ahora que ya estoy viva

Que si nací y crecí en un lecho de espinas,
nada puede doler,
ahora que ya estoy viva.

En el bosque me adentré,
y los árboles me ayudaron
a quitarme la piel a tiras,
cual serpiente,
a despojarme de los inviernos
que cubrieron mi ser de hielo.

De la tierra resurgí,
a gruñirle al agua y al fuego.
Y se desplegaron las alas,
con aquella fuerza que aguardaba,
a que por fin se desataran las plumas de libre viento.

Sobre aquellas espinas correré
con los pies descalzos,
y nada sentiré.
Porque ya nada puede doler,
ahora que me he nacido.

En la Lobera quedará
el temor de los cachorros,
porque ahora madre loba soy.
No te cruces con mis lobos.

A la luna del mar ahuyo
con la voz que el viento eleva.
Bajo el sol, mis huellas,
que la tierra acoge,
son del fuego que dentro llevo,
que a veces crece,
a veces mengua,
pero siempre, 
no lo dudes,
algo queda.

Incluso en la noche más oscura
la luz arde,
su luz quema.



lunes, 12 de mayo de 2025

Animal

Despiertan las serpientes que tengo en el vientre, 
se mueven, se mueven.
Trepan por la garganta hasta salir por mi boca, 
te quieren morder.
Escupen su veneno, 
se revuelven y con furia sisean a la vez.

Se revuelven y remueven los gusanos que hormiguean en mis manos y en mis pies,
se mueven y revuelven,
están entrelazados,
se muerden entre ellos y te quieren morder.

Aprieto la mandíbula con los puños cerrados,
siento por dentro la fuerza de un león enjaulado.

Las piernas abrasan,
puedo verlas correr quemando el asfalto.
No te cruces conmigo, no te pongas en medio.
Pues verás mis brazos buscando dónde golpear. 

Jadea mi boca y detrás hay un rugido que ya no quiere esconderse más.

Las llamas en mis ojos no me dejan ver ni pensar. 

Mi yo queda olvidado detrás del animal.

viernes, 9 de mayo de 2025

Asfixia


Gritas.

Pero nadie escucha.

Más fuerte.

Pero no te oyes.

Notas el eco y la vibración.
Notas un tambor en tu interior de tonos ritmicos, de sonidos ahogados de los que solo queda un retumbar profundo que choca contra el esternón.

Y fuera todo parece tranquilo,
pero el eco por dentro aprieta cada día más fuerte el nudo de la garganta.

Se desgarra la caja torácica y sangran cortinas de gota a gota.

Por fuera los ojos escupen un brillo de aire que la vela apaga.

Las cuencas se llenan de vacíos que rasgan la voz y nadie escucha los pasos del gigante en la habitación.