Me has
dado tanto en una mirada, esa mirada tan llena de todo, tan directa, tan
profunda, que se ha clavado en mis ojos y no se quería apartar. Y no conforme
con ello, sin pensarlo y sin permiso los ha atravesado y me ha contado todo lo
que no nos hemos dicho.
Me ha sonsacado que te echo de menos y en un susurro de
luz me has pedido perdón.
Has sostenido el castillo de naipes que día a día
construimos y estaba a un soplo de desmoronarse y convertirse en ruinas pues
hace tiempo abandonamos a su suerte.
Ahora me toca a mí sacar el próximo as.