martes, 26 de junio de 2012

La muerte de Leah.

Descansaba en la superficie rocosa donde había tenido lugar el combate. Leah contemplaba sus manos sangrientas. No era su propia sangre y se podía adivinar en sus ojos cierto grado de placer. Como si ese espeso líquido goteando de sus dedos, lejos de causarle dolor, le sanara el alma. La dureza de su rostro rompía la serenidad clara de la luna, pero una mueca de alegría, más liviana que media sonrisa, equilibraba la noche.

La lucha había sido dura, no tanto por las brutales colisiones a espada de cuyas chispas de ira se alimentaba la oscuridad, sino por la fuerza mental de su contrincante.

Recordó el instante que cambió el destino de la batalla. El momento en que ella no dejó de perder pero aquel guerrero con cabeza de lagarto ocelado y ojos de hielo se dio por vencido.

Tan solo habían transcurrido unos minutos desde aquel momento. Minutos que le parecieron de gloria. Pero miró el cuerpo vacío del demonio y supo que no era una victoria. Él había perdido, ella no había ganado y no habría más oportunidades de vencer.


Cerró los ojos y siguió viendo el mismo penoso escenario. Miró sus manos y eran transparentes, como sus párpados, como todo su ser. El aire ocupaba su lugar y la nada en que se había convertido se esfumó.

Y no habría más oportunidades de vencer.

sábado, 16 de junio de 2012

Fin de curso.

He aprendido tanto de tus silencios, de tus no disfrazados de quizás, de tus escurridizas miradas y múltiples rehuidas de labios que no me importa que esto se acabara. Ya tengo todo lo que quería de ti.
Me han enseñado tanto tus cicatrices, aunque no conozca la caída, que las siento latir sobre mi piel. Como esa que tanto me gustaba, la del hombro. Nunca me quisiste contar como llegó hasta ahí. Mis dedos, con los ojos cerrados, piensan que escalan por tu espalda si rozo mi hombro.
He aprendido tanto de cada fantasma que cruzaba tus pupilas con un guiño para mí que no sé por qué me sigo preguntando si eras real, si eres real.
En cierto modo, me da igual. Ya lo tengo todo de ti.

sábado, 9 de junio de 2012

Reminiscencia

Hace más de un lustro que no sé de ti. Quiero pensar que me recuerdas, aunque sólo sea por no derrochar todas las veces que me decías que jamás podrías olvidarme. Quiero pensar que al menos queda un resto en tu memoria de aquellos momentos que pasábamos soñando con cambiar el mundo.
No me hace falta preguntarme cómo estarás. Sé que estás mejor que mal, pero que no estás bien, que lloras por las noches y sonríes por el día con las ojeras maquilladas y un parche en los hoyuelos.
Un día desperté y ya no estabas. Y sí, sé que fue culpa mía por no hacerte caso cuando me pedías que no me durmiera, que siguiera despierta a tu lado. Pero bajé la guardia, los párpados cayeron y desperté a años luz y kilómetros hielo de ti.
Ni una mirada de las tuyas puede atravesar tanto frío.

lunes, 4 de junio de 2012

Ceniza azul.


Joder, qué difíciles las despedidas cuando la vida toma ese sabor a carbón y se nota su natural amargor ligeramente más fuerte.
Cuando te llama la tierra con susurros incesantes que te hacen recordar a cada segundo tu destino. Y el dolor promete que no te dejará solo.
Ya se relamen las llamas, que al quitar su manto de fuego dejan un velo azul ceniza cubriendo tus ojos negros.
Pero joder, ¡qué difíciles las despedidas! cuando puedes contar el tiempo, que mides en parpadeos. Cada vez te cuesta más sostener el punto final del siguiente abrir de ojos.
Y ves la última partícula de arena deslizarse en espiral sobre el cristal del reloj y caer en montones de nada.
Ahora, por fin, ya sabes quien eres tú.
Eres tú esa última partícula de nada que resbala por la mejilla.