La niña dormía. Volvimos a vernos cuando ya no te soñaba. No recordaba a ese niño de ojos negros y labios tiernos. Y viniste directo a robarme un sueño y cumplir el beso de mis 15 años. Pero era tarde, y la niña dormía. Esa niña que tantas veces te había buscado de reojo por si devolvías la mirada. Tu recuerdo muere a los pies de la cama de esa muchacha que ya no sueña con tu pelo ni con tu olor a caramelo. Había olvidado tus palabras, que diez años atrás le hubieran robado los días. Ya no soy la niña de este cuento. La que por ti le sudaban los labios y enmudecían las manos. Ni tú eres ya el marqués que imaginaba. El muchacho por el que el corazón tropezaba y palpitaban los pies. Llegaste tarde pero te doy las gracias, por que hoy el recuerdo de ese beso se lo regalo a la niña para que juegue con él.