miércoles, 12 de febrero de 2020

Todo lo que me queda eres tú.

Una cosa ten por seguro: no va a ser una rotación más. Se entra a las 8:00h y se sale a las 15:00h sí, pero en esas 7 horas pueden pasar muchas cosas que no te esperas. Olvídate de la rutina. Vas a aprender medicina, claro, pero no la medicina de los libros. Vas a aprender la medicina que nadie te ha enseñado, esa que tanto anhelabas saber.
Aprenderás que el dolor de un paciente se puede aliviar con la presión de tu mano sobre su piel, y que se pueden dar rescates con sonrisas y sentido del humor. Sabrás que tu presencia es importante y que en una angosta habitación de escasa luz caben muchas miradas de confort y palabras de complicidad. Serás testigo de enfrentamientos, en tantas veces que las extremidades inferiores y el cerebro prefrontal piden cosas diferentes y la lucha es irremediable y arrolladora. Pero, tranquilo que también vas a aprender a negociar con la anatomía del cuerpo y del ser para encontrar el punto medio.
Vas a aprender a reinventar el día sobre la marcha porque, como descubrirás, el tiempo es elástico y moldeable y siempre hay un ratito cada día para pasarlo bien. Te demostrarán que la música puede hacer bailar el corazón de una persona que ya hacía tiempo que no sentía nada.
Para mí, la rotación por Cuidados Paliativos ha sido muchas cosas, pero si me pides definirlo en una frase, Paliativos es la voz ahogada que plasma en una pizarra: “todo lo que me queda eres tú”.
Si tu próxima rotación es Cuidados Paliativos, vete preparado. No porque te vayan a preguntar la última actualización de la guía terapéutica, sino porque puede ser que te reencuentres a ti mismo en el reflejo ocular de tu paciente, puede ser que quieras compartir sus lágrimas y daros un abrazo. Pero no te preocupes, porque también aprenderás que no pasa nada por llorar y que, a veces, lo único que necesitan todas las personas es simplemente un abrazo cada 24 o 48 horas.