Con el viento que haces no me dejas pensar, agarrar un pensamiento y no dejarme llevar. Tú sigue,
con tu estúpido silbido, con tu no parar. Tu fuerza me arrastra al
refugio, y no, no quiero y te voy a plantar cara. Aunque revuelvas mi
pelo, aunque ahogues mi voz. Aunque te lleves contigo la ropa que ayer
te tendí. Te agitas, y sé que te diviertes viéndome temblar
cuando arañas mi ventana, cuando gritas en la noche, cuando llamas a mi
puerta y detrás de ella no estás. Me despiertas de madrugada y con las
palabras en los dientes me peleo con tus lobos.
Tu sigue azotando,
vendaval; yo me divierto y te callo escribiendo sobre ti.
Pronto serás
poesía y desaparecerás.